«CIERRA LOS OJOS.»

Casi al finalizar tu día, en un instante de calma prueba a cerrar los ojos mientras estás despierto. Deja que fluyan las imágenes de manera libre, desordenada. Que se agolpen martilleantes sobre tu mente.

Quién sabe si pasarán por ella montañas de papeles sobre la mesa de tu oficina, agua fría y ruido ensordecedor mientras sacas una banda de crema marfil del cortabloques, o kilométricas carreteras por las que guíar tu volante.

Es muy probable que te atosiguen la mente mensajes publicitarios insondables, que aunque tú pensaste que no te calaban, ahí los tienes humedeciendo hasta tus huesos. Con la que está cayendo, es muy probable que te asalten las neuronas políticos con traje, mirada mentirosa y bolsillo lleno, frentes glaciares desprendiéndose, o noticias sobre agentes de la autoridad apostados al final de un sendero, parando a ciclistas de montaña para multarles impunemente.

Quizá la mente conecte con tu cartera, y de pronto aparezca ante ti la bicicleta de tus sueños. Puede que creas que es del todo necesario comprar tal o cual producto, emprender aquel viaje… Estoy convencido que tu impulso consumista, te llevará después a pensar en propósitos de enmienda, y que estos te recordarán lo que debes hacer mañana al levantarte, para intentar ser mejor persona de lo que fuiste hoy.

¿Lo ves?, ¿lo sientes?, ¿te das cuenta de la cantidad de deseos, vivencias y cuestiones que han sido capaces de interiorizarte entre todos a lo largo del día?.

Prueba a hacerlo al día siguiente también. Y al otro.

Con la tontería, muy probablemente tu mente se vaya relajando más, hasta el punto de largarte más de una sonrisa durante el proceso, y por qué no, más de una risa así, tan abierta y ricamente. Lo mismo te habrás dado cuenta, y verás lo evidente: que tu mente es una especie de esponja que absorbe quizá más de lo que pensabas.

Hay gente que a lo largo de su vida fue ciclista de montaña, hay gente que hoy lo es, y hay gente que mañana lo será.

Estos últimos al cerrar los ojos, la mente les regala un ruidito familiar mezcla de sendero y el paso de dos cubiertas, el sonido de pájaros evocando músicas celestiales en el ambiente, el bravo rastro del ciervo sobre el barro, los penetrantes aromas de las salvias y los romeros, y la sensación húmeda de la nariz helada por la bajada a primera hora de la mañana.

Yo no sé si dentro de dos días al cerrar los ojos y abrir su mente, volverán los informes y las montañas de papel, el trajín de la carretilla elevadora, o el cuidado de los pacientes. Lo que sí sé, es que serán mejores personas por el simple hecho de andar en bicicleta. Y quienes les coartan este hecho, este derecho… sencillamente no lo son.

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